Los valores de una empresa se definen por su cultura laboral (el ADN de la compañía). La mayoría de los empleados que alcanzan el éxito se desenvuelven en un ambiente íntegro que los mantiene motivados. Pero si en la compañía no se respetan los valores, se incumple con la dinámica y los acuerdos, además se trata mal a la gente, al final se creará un entorno de trabajo tóxico para sus integrantes.
Los entornos de trabajo tóxicos pueden definirse como cualquier espacio laboral donde el sistema, la atmósfera, la actitud de las personas o la combinación de todos estos elementos afectan negativamente la vida de los empleados. Oleg Vishnepolsky, CTO en DailyMail Online, Metro.Co.Uk y especialista en equipos internacionales, resalta algunos signos de un ambiente tóxico:
- Inequidad, injusticia y favoritismo.
- Presión para obtener resultados en corto plazo.
- Acoso y hostigamiento.
- Falta de empatía, aprecio y apoyo.
- Control excesivo de la gestión.
- Falta de honestidad de los jefes.
En un entorno con estas características nunca se cumplirán a plenitud los objetivos de la empresa. Mucho menos se exaltará la visión de la organización. Incluso, sin liderazgo, sin satisfacción y sin un modelo a seguir, sucederá lo peor: los trabajadores terminarán frustrados y buscarán un nuevo empleo.
Señales de entornos de trabajo tóxicos
En los entornos de trabajo tóxicos los profesionales no logran desarrollar todo su potencial. Lejos de convertirse en un espacio de crecimiento, los empleados se ven obligados a cumplir metas poco trascendentes. Además, cabe destacar que un ambiente de trabajo hostil tiene consecuencias negativas en la salud que pueden afectar la vida del trabajador. Por ejemplo, el estrés por la presión provoca insomnio, sensación de vigilancia, aceleración de los latidos del corazón, ansiedad, etc.
Hay características que indican que en la oficina no reina un buen ambiente:
- Enfermedad de los empleados. Los lugares de trabajo hostil provocan agotamiento, fatiga y trastornos de salud debido al estrés.
- Liderazgo negativo. Los jefes siempre exigen que estén de acuerdo con ellos o se les otorgue la razón. Ellos solo esperan que todos cumplan sus reglas.
- Falta de motivación. No se siente felicidad en los trabajadores. No hay conversaciones constructivas ni optimistas.
- Poca comunicación efectiva. No fluye la información necesaria para cumplir con los objetivos de trabajo. No hay comentarios positivos.
- Alta rotación La consecuencia más grave es la renuncia de los mejores talentos, que no ven futuro en la empresa.
Los buenos empleados huyen de los malos jefes
Un gerente debe ser un líder por naturaleza. Más allá de los logros, una de las funciones es mantener la armonía en su departamento bajo los principios y la misión de la empresa. Por el contrario, los malos jefes deterioran el ambiente laboral y son capaces de destruir un buen grupo de trabajo. En este sentido, bajo su gestión los empleados huyen, mientras que los que se quedan pierden la motivación.
Detrás de una mala gestión hay un mal jefe. Muchos de ellos se concentran en seguir órdenes superiores y no defienden a sus dirigidos. Sus privilegios están por encima de todo.
Por otro lado, encontramos gerentes con complejo de superioridad incapaces de establecer relaciones sinceras con su grupo de trabajo. Incluso, creen que los departamentos o la organización giran en torno a ellos.
Por lo general, los malos jefes propician los entornos de trabajo tóxicos. Y por ellos se cumple la tradicional frase: “Los trabajadores no renuncian a sus puestos sino a sus jefes”.
Los siguientes son algunos rasgos de los malos jefes:
- Toman el crédito del trabajo de otros.
- Muestran poco aprecio y no dan reconocimiento a su personal.
- Son poco confiables.
- Su dirección no es clara ni realista.
- Siempre están indispuestos o evitan las conversaciones difíciles.
- Su inteligencia emocional es baja.
- Son incapaces de escuchar y responder a los comentarios.
- No lideran con el ejemplo.
La cultura del respeto
Muchas compañías cometen el error de no vigilar efectivamente el ambiente de trabajo en los departamentos. En cambio, las empresas exitosas se encargan de supervisar que las prácticas estén alineadas con los valores, creencias, comportamientos y actitudes que definen el carácter de la organización.
A diferencia de los entornos de trabajo tóxicos, la cultura positiva atrae a los mejores talentos, impulsa el compromiso, afecta la satisfacción del empleado y, en consecuencia, mejora el rendimiento general de la empresa.